El proceso de granulación es fundamental en la producción de diversos productos, y cuando se trata de harina, no es la excepción. Consiste en someter una harina a un efecto combinado de compresión y extrusión, lo que resulta en la formación de pequeños gránulos o partículas. Este proceso es esencial para mejorar las propiedades físicas y funcionales de la harina, haciéndola más adecuada para una variedad de aplicaciones en la industria alimentaria.

La harina granulada tiene una mayor densidad aparente y una mejor capacidad de flujo en comparación con la harina convencional. Esto la hace ideal para su uso en la fabricación de alimentos que requieren una distribución uniforme de partículas, como panes, galletas y productos de confitería. Además, la granulación puede mejorar la capacidad de absorción de líquidos de la harina, lo que beneficia la textura y la retención de humedad de los productos finales.

El proceso de granulación puede llevarse a cabo mediante diferentes métodos, que incluyen la granulación en húmedo y en seco. Cada método tiene sus propias ventajas y desventajas, y la elección del método adecuado depende de varios factores, como el tipo de harina, las características del producto final deseado y los equipos disponibles.

En resumen, el proceso de granulación es un paso crucial en la producción de harina y juega un papel significativo en la calidad y funcionalidad de los productos alimentarios finales.

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